La longevidad está generando debates en el planeta. No sólo se discute como financiar las jubilaciones «largas», también qué hacer con el tiempo no laboral.
Para quienes vivieron en los comienzos del siglo XIX, superar los 40 años de vida era una excepción. Doscientos años después, llegar a los 80 se ha vuelto algo normal, gracias a los avances en la medicina y en las políticas sociales. ¿Falta mucho para que lo habitual sea vivir hasta los 100? La respuesta es no. Al menos en los países desarrollados. Los especialistas lo ven como una certeza dentro de medio siglo. A tal punto que la vejez en el siglo XXI es un tema que preocupa tanto en su aspecto económico -¿cómo mantener un sistema previsional efectivo?-, como en el social.
¿La longevidad, vista como un avance científico contra la muerte, se convertirá en un problema mundial?
«Viviremos hasta los 100, ¿cómo podemos solventarlo?», es el título de un estudio elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF). En él, hablan de una verdadera bomba de tiempo que estallará el año 2050 cuando el dinero disponible para las jubilaciones tenga un déficit de u$s 400 billones. Una cifra equivalente a cinco veces el tamaño de la economía mundial.
Esto en el aspecto económico. En lo social, la pregunta pasa por saber si estamos preparados para vivir tres décadas en buen estado de salud tras dejar nuestros trabajos. Una etapa que pasaría a convertirse en un nuevo proyecto de vida. ¿Cómo enfrentarlo?
Y en Argentina, ¿estamos muy lejos de llegar a esta situación?
«Esta es una problemática global y nosotros también la estudiamos. La Argentina es el segundo país más envejecido de Latinoamérica, después de Uruguay», señala a BAE Negocios Sergio Cassinotti, titular del PAMI. «Actualmente tenemos en el país unos 5.000 beneficiarios que tienen más de 100 años, es gente que requiere cuidados especiales y tenemos que estar preparados porque va en aumento», agrega.
El peligro de la pirámide invertida
Algunos especialistas dedicados al tema creen que si no se toman medidas rápidamente, se está rumbo a un duro escenario representado por una pirámide invertida. Esto sería una sociedad en la que un importante número de personas mayores viven peleando en la pobreza al ser mantenidas por una población joven activa laboralmente cada vez más pequeña.
De allí que se estudian alternativas para reformar los sistemas de pensiones, adaptándose a la longevidad de las personas. «Los efectos de esta crisis latente están a la vista en la actualidad, uno de los países más afectado es Estados Unidos donde el nivel de personas en bancarrota a partir de los 65 años está aumentando a niveles sin precedentes», respondió, consultado por la BBC, Han Yik, jefe de la división de Inversionistas Institucionales del WEF.
Gran Bretaña, Japón, China, Canadá y Holanda son los principales países, según el trabajo del WEF, afectados por este problema. Y una solución que ve este estudio es la de aumentar la edad de jubilación de acuerdo a las expectativas de vida. En estos países mencionados, el retiro laboral en las próximas décadas debería ser al menos a los 70 años.
¿Y por casa? La reforma introducida por la Ley N° 27.426 establece que los empleadores ya no podrán obligar a jubilarse a los trabajadores que hayan cumplido 65 años de edad, ya que éstos tienen ahora la opción de seguir trabajando hasta los 70 años.
«Estoy de acuerdo con esta reforma, porque hay mucha gente que se jubila y sigue apta para seguir trabajando. Pero tiene que vivir en una sociedad que tenga fuentes de trabajo, cosa que hoy no ocurre en la Argentina. En otros países con otra realidad económica está bien alargar la edad jubilatoria, pero aquí se vuelve complicado», describe a BAE Negocios, la abogada previsional Silvia Arce.
El trabajador, el empleador y el Estado, estas son las tres partes de las cuales hoy proviene el dinero para las jubilaciones. Algunos gobiernos apuestan al ahorro individual como eje central del ingreso jubilatorio, como en la Argentina se instrumentó con el sistema de las AFJP.
En la región, es Chile el país que tiene vigente el ahorro en cuentas individuales que son administradas por firmas privadas. También existe el llamado «Pilar Solidario», un fondo público que complementa las pensiones mínimas. Pero este sistema ya ha dado muestras de grandes grietas, demostradas por contundentes manifestaciones en las calles reclamando por decenas de miles de jubilados a los que el dinero lo les alcanza.
En Europa, por ejemplo Gran Bretaña, a partir de 2019 una parte del salario el 8%- será depositado automáticamente en una cuenta de ahorro individual. Pero nadie se anima a descartar al contrario, creen necesario- los mecanismos de ahorro solidario para quienes no tienen la posibilidad de ahorrar y requieren asistencia social.
Un sistema en el cual los individuos trabajen más años y ahorren más dinero solo funcionaría hoy en países con altos niveles de ingresos. No sería el caso de Latinoamérica.
Christian D´Alessandro es un abogado previsionalista especializado en gerontología. Para él, «la Argentina no está preparada para un proyecto previsional a la alza». Agrega que «es cierto que en el Primer Mundo se está hablando del alza de la edad jubilatoria, pero en muchos casos allí se tiene una mirada alejada de los social. Se habla de gasto y no de inversión. Para mí se está produciendo algo que yo llamo el quiebre del solidarismo al individualismo, esto empeorará la situación de cientos de miles de jubilados».
Vivir más, pero cómo
La vida se alarga y hay que pensar qué hacer con esas dos o tres décadas de vida que comenzarán a seguir a la jubilación. Cómo cubrir este nuevo período, en el que se dispondrá de más tiempo libre para hacer las cosas que la vida laboral no permitió. Siempre que la salud y el dinero lo permitan.
«En la Argentina todavía no son tantos los que llegan a los 90 años en buenas condiciones de salud. La longevidad no es como en Europa. Aquí se le hace difícil a la gente seguir con un nivel y ritmo de vida similar al que tenía antes de jubilarse. La gente se jubila con el 50% de sus ingresos y hay 4 millones que cobran 8.000 pesos, así se hace difícil llegar a los 90 años», señala Silvia Arce.
D´Alessandro coincide: «En la Argentina hay un estado de aumento de la expectativa de vida, pero atención porque según datos de la Organización Mundial de la Salud para América Latina, la Argentina pasó de estar en tercer lugar al séptimo, con un promedio de vida de 76,5 años. De 73 para los hombres y 80 para las mujeres».
«También hay que tener en cuenta que en este país hay una multiplicidad de vejez, no es lo mismo en las zonas rurales que en los grandes centros urbanos, tampoco es lo mismo Jujuy o Salta que las provincias patagónicas o la Ciudad de Buenos Aires», agrega el especialista.
Consultado por el diario El País de España, sobre el informe de WEF, el filósofo Aurelio Arteta plantea que «cada vez, en un número cada vez mayor, los individuos convertirán su prolongada vejez en una época de beneficio para sí y no tanto de penosa espera de la muerte». ¿Puede ser así? La vida laboral podría empezar más tarde y extenderse hasta los 75 años, claro que todo depende de si el individuo en cuestión tiene la suerte de poder decidir cuándo y cómo trabajar.
Son muchas las alternativas y posibilidades que se abren para esas tres décadas de supervivencia. En la nota mencionada se plantea las variables de esta nueva vejez: «No sólo los millennials son distintos; sus abuelos también lo son. Las generaciones que vienen son muy diferentes, han vivido cosas muy diferentes. Pudieron estudiar más que sus padres y viajaron más, dieron a sus hijos muchas más comodidades. Es, probablemente, la generación de jubilados mejor preparada. Y empieza a quedar claro que no están dispuestos a renunciar al compromiso político que marcó su juventud».
Puede ser que el propio concepto de edad sea el que cambie. Ser un jubilado ya no será lo mismo.
Pero como muchas otras cosas, no es lo mismo analizar esta nueva vejez en Europa o Estados Unidos que en Sudamérica. La opción de seguir trabajando después de los 65 años, aunque quizás a otro ritmo, es cada vez más corriente. Ya sea por necesidad económica o por tener demasiado tiempo libre con buena salud.
«Este es un tema global, hablo con especialistas y funcionarios de todo el mundo y están preocupados. Estados Unidos y Europa se plantean este tema muy en serio», explica Cassinotti a BAE Negocios. «Qué hacen los jubilados con su tiempo es una preocupación constante que tenemos en el PAMI agrega-, nosotros hacemos talleres de informática, viajes, trabajamos mucho en los centros de jubilados para que se mantengan activos».
Qué hacer con el mayor tiempo libre y cómo se solventarán esas jubilaciones son nuevos problemas que se deben enfrentar. Ya hay especialistas que se dedican a buscar las soluciones. Se calcula que para el 2050 existirán unos 2.100 millones de personas en el mundo con más de 60 años de edad.
El panorama es difícil, pero estudiar el problema y encontrar la salida se vuelve cada vez más apremiante. Los avances en la medicina van ganando la posibilidad de vivir más tiempo y en mejores condiciones, pero la economía mundial no está ofreciendo esas mismas posibilidades. Hablamos de tiempo ganado, y en ese sentido no puedo perder la oportunidad de darle significado.