Hablarle a una persona mayor acerca de una residencia para adultos es disparar todas sus alarmas. Sin embargo, las opciones hoy en día no tienen nada que ver con la imagen que de ellas se tenía anteriormente. Una opción para ellos y para cualquiera que quiera planear un futuro digno y seguro.
El cambio de concepto sobre los hogares para adultos mayores viene de un análisis objetivo de la realidad. La expectativa de vida ha aumentado en los últimos 50 años. Si antes se consideraba anciana a una persona de 60 años, hoy en día se encuentran personas de más de setenta años totalmente independientes, activas y vitales. Una mejor calidad de vida, los avances médicos y un mejor control sanitario hacen que la longevidad aumente año tras año.
Se sabe que el número de personas mayores de 65 años en el mundo se duplicará hasta 14% en los próximos 30 años, aumentando de 506 millones en la actualidad a 1.400 millones en 2040. Incluso, la tasa de personas mayores superará a la de niños menores de cinco años.
En las últimas tres décadas, la figura de la persona mayor pasó de ser algo respetado y valorado, a una figura dejada al margen. El culto a la juventud, a la competencia, a la innovación, llevó a los mayores a la sombra. Si antes la experiencia en un trabajo garantizaba la promoción laboral, durante la década de 1990 cumplir años era un factor en contra. Por mucha experiencia que se tuviera, un desempleado de 50 años tenía muy pocas posibilidades de reinsertarse en el mercado laboral.
Hace menos de una década se ha comenzado a replantear el modelo. Si hay una cantidad en aumento de adultos mayores y disminución de los jóvenes que aportan al sistema de seguridad social y de pensiones, lo que se necesita es que los adultos mayores estén activos y con posibilidades de trabajar por más tiempo. La edad de jubilación aumenta y también aumentan los programas de ayuda para que los mayores puedan seguir laboralmente activos por el tiempo que lo deseen.
Sin embargo, es necesario un cambio de mentalidad, no sólo de la sociedad sino de los mismos adultos mayores, sentirse capaz de seguir una vida plena a pesar de las limitaciones propias de la edad. Es necesario volver a valorizar a la persona mayor como fuente de sabiduría, experiencia y conocimiento y darle los medios idóneos para que pueda continuar con una vida plena, no sólo como actor pasivo, sino como protagonista de su propia historia, que, según las proyecciones puede ser aún bastante larga. Empoderarlos, promover su autonomía y darles todo el respaldo que necesitan.
Un espacio adecuado
A medida que pasan los años la casa de siempre deja de ser funcional para un adulto mayor. Los riesgos están por todos lados y es preferible evitar a tiempo un posible accidente que tener que asumir con el resultado de un descuido.
Hay muchas condiciones para garantizar el bienestarde una persona cuando envejece. Por un lado, está la opción de reformar la casa, contratar a personal permanente o esporádico y estar pendientes de ellos, pero siempre se queda algo pendiente: ¿Cómo garantizar que se mantengan entretenidos y socialmente rodeados? ¿Cómo lograr que se mantengan intelectualmente activos y cuiden su salud? Es una decisión de ellos, que se puede fomentar cuando se les permite ser autónomos.
Una de las modalidades con un futuro más promisorio es la de los conjuntos residenciales para adultos mayores, sean casas o apartamentos, donde estas personas organizan su propio hogar. Se olvidan de pagar servicios, impuestos, limpieza, lavado de ropa y tienen personas pendientes de su salud y alimentación. Nadie los obliga a nada, pero cuentan con todas las opciones para estar bien.
Las ventajas
Compartir con personas de la misma edad, hacer lo que desean y tener pocas preocupaciones, motiva a los adultos para vivir en residencias para mayores.
Las comodidades de las residencias para adultos se acercan al concepto de resort.
No hay que esperar a que llegue la enfermedad para decidirse por una residencia para adultos mayores. Cada vez son más las personas sanas y vitales que resuelven vivir en estos lugares con más tranquilidad.
La única obligación es vivir bien